¿Por qué es peligroso «Un Curso de milagros»?

Versión 13-09-2018

Carlos Aracil Orts

1. Introducción

Hace unos tres meses, me contactó una persona, a través de mi Web, dirigiéndome un escrito, de poco más de una página, que en su primer párrafo me comentaba –con sinceridad, cargada de candidez conmovedora– lo siguiente:

“Estoy leyendo ‘un curso de milagros’ y no veo mucha diferencia entre lo que predica el Nuevo Testamento y ‘un curso de milagros’, como yo lo entiendo, aunque llevo solo un mes con el Curso”.

A continuación, resumía, en dos o tres líneas, con inteligente síntesis, lo que él había entendido hasta ese momento:

“[Este curso] explica que Dios nos creó y que nuestra mente es parte de Dios, al ser creada por Él; esa parte sigue en nosotros, y esa parte que es la de Dios es con la que tenemos que contactar para crear, pero siempre siguiendo a Jesús y por medio del Espíritu Santo”.

A la vista de la importancia del tema consultado, y creyendo que mi respuesta, de unas siete páginas que le envié – casi a vuelta de correo– a la citada persona, podría ser beneficiosa para mucha más gente que, igualmente, se hubiera dejado enredar o confundir en sus creencias y fe cristianas, por haber leído y tratado de llevar a la práctica las esotéricas enseñanzas del Curso citado, me he sentido impulsado a redactar el presente artículo, que contiene la mencionada respuesta, estructurada adecuadamente a este nuevo formato, y a la que he añadido algo más de documentación y comentarios, que intentan hacer más evidente la falsedad de las teorías –supuestamente bíblicas y cristianas–, las cuales no solo tergiversan fundamentalmente la esencia del cristianismo, sino que conforman un sistema psicológico con capacidad para hacer perder la percepción de la realidad a aquellos que aceptan e intentan llevar a la práctica las enseñanzas de “Un curso de milagros”.

En mi artículo anterior –Un peligroso «Curso de Milagros» (UCDM)–, que publiqué en mi Web el 22 de febrero de 2014, ya hice una crítica del mismo. Ahora, el volver a tratar este tema, obedeció solamente a la necesidad de responder al lector de mi web que me envió sus comentarios. Es conveniente, pues, leer dicho artículo previamente al presente, porque, obvia y lógicamente, lo que entonces escribí no lo voy a reiterar aquí.

En mi respuesta enviada a mi contacto el 03 de julio de 2018, le decía lo siguiente:

Me alegro que me contactaras y te agradezco tus comentarios. Creo sinceramente que Dios te ha movido a que visitaras https://amistadencristo.com y que leyeras mi artículo Un peligroso «Curso de Milagros» (UCDM), porque Él quiere advertirte del peligro que estás corriendo, si crees a pies juntillas todo lo que enseña ese maligno curso. La única Revelación de Dios –La Santa Biblia–te señala el único Camino de salvación que existe y que proporciona la verdadera paz, que consiste en creer en Jesucristo, “el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14:6), según está escrito en el Evangelio de la Gracia de Dios.

Ha sido providencial que leyeras mi artículo y que Dios te moviera a escribirme, porque tengo experiencia de varios seguidores del Curso, que tuvieron serios problemas y sufrimientos hasta que lograron desengancharse del mismo, después de contactar conmigo. Como hice con ellos, estoy completamente a tu disposición para ayudarte, y servirte, a conocer la diferencia entre el verdadero Evangelio y el falso.

2. Acerca de “Un curso de milagros”: Autora y principales enseñanzas.

El Curso –promovido por “Fundación para la Paz Interior”– se compone de tres volúmenes: 1. Libro Texto (297 págs.) –la teoría y doctrina–, 2. Libro de Ejercicios (194 págs.) y 3. Manual para el maestro (36 págs.). Está estructurado en capítulos, y epígrafes, con frases cortas, numeradas, como si fueran versículos, similarmente a las biblias de las Sagradas Escrituras cristianas. 

Su autora humana es Helen Schucman (1909 -1981), “profesora de psicología médica de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York” (1). Según varias fuentes consultadas (2), ella explicó que redactó los tres tomos con mensajes recibidos en su mente, dictados como una especie de voz interna, no necesariamente sonora sino más bien un tipo de pensamientos o ideas, que, posiblemente, incluso llevaban implícitas las palabras que componían cada frase del Curso, que le eran transmitidas por un espíritu o personaje, que se identificó como Jesucristo. Por eso, en todo el Curso, el personaje, que dice ser Jesús, habla en primera persona como respaldando y dando autoridad a las sentencias y párrafos de todo el Curso. La escritora sostuvo que era el Hijo de Dios el que le dictó todo su contenido, siendo ella meramente una especie de médium o canal.

Principales enseñanzas:

Necesitamos adquirir un profundo conocimiento de la Biblia, y de lo que es el cristianismo para no caer en la confusión de lo que enseña “Un Curso de milagros”, pues en él se utilizan muchos términos cristianos y bíblicos, como son, “separación”, “expiación, “juicio final”, Espíritu Santo, el Reino de Dios, “santo”, “santidad”, “la justicia de Dios”, “la salvación”, amor, etc.; pero se les dan, en muchos casos, significados distintos a los considerados por la mayoría de los cristianos, en su interpretación de la Sagrada Escritura.

El Curso sostiene que el pecado, la enfermedad y la muerte no existen, porque son una ilusión o un sueño del ego.

A continuación transcribo, de la web http://www.es.catholic.net, los siguientes párrafos que me parecieron muy esclarecedores, y que, en mi opinión, se ajustan a lo que el Curso enseña.

“El ego es esta creencia errónea de que estamos separados de Dios, que nos hace vivir una vida ilusoria, creyendo que somos cuerpos que habitamos en un mundo físico que en realidad no existe” (3).

“El pecado y la culpa no son reales. Existen sólo en sueños. El hombre no puede pecar, porque nunca ha estado separado de su Padre con quien comparte toda su perfección. Creemos pecar, pero no pecamos. El pecado es imposible”. (4)

“Jesús no murió por nuestros pecados, pues la muerte no existe y Jesús, igual que nosotros, no tenía un cuerpo que pudiese sufrir o morir (docetismo). Además, el pecado es imposible pues no existe nada irreal, nada que no comparta la perfección de Dios. Lo que nosotros llamamos pecado son en realidad sueños de pecado de los que hay que despertar, tan irreales como las buenas obras. La redención es sustituida en el Curso por la Expiación, que es el plan de corrección del Espíritu Santo para deshacer el ego y sanar nuestras mentes de la creencia errónea en la separación. La Expiación se puso en marcha después de la separación y se completará cuando todos los egos separados hayan corregido su error y retornen a la unidad original que nunca perdieron, pero que creyeron perder. Jesús es el primero que completó su parte en la Expiación al trascender totalmente su ego e identificarse con Cristo”. (5)

El Curso realmente está enseñando una especie de panteísmo, mezclado con gnosticismo, porque, a lo largo del mismo, se transmite la idea de que Dios está en todo y en todos, y que la salvación viene mediante el conocimiento, y es una especie de despertar del sueño de que somos cuerpos físicos.

3. ¿En qué se diferencian las enseñanzas del Nuevo Testamento (NT) de las enseñanzas de “Un curso de milagros” (UCDM)?

Después de haber analizado este Curso con detenimiento, puedo afirmar con rotundidad que cualquier parecido con la Revelación del Nuevo Testamento es pura coincidencia; pero es cierto que no todo es negativo. Sus aseveraciones verdaderas aunque escasas, al estar mezcladas con otras que son claramente falsas, a veces, puede resultar difícil separar unas de otras, y discernir lo verdadero de lo falso. Por ejemplo, el Curso es positivo cuando enseña que son necesarios el amor y el perdón entre los hermanos y que debe evitarse reaccionar atacando al otro; etc. Nadie puede negar que amar y perdonar son la base de la convivencia entre los seres humanos, y mucho más que eso, pues es el objetivo de esta vida el ser capaz de amar, y llegar a anular o contrarrestar nuestro egoísmo. Pero, es totalmente irreal lo que enseña el Curso para conseguir los citados objetivos, porque parte de premisas falsas, como que los seres humanos son perfectos e inocentes, si logran recordar que forman parte de Dios.

Me comentaba la persona que me contactó, que no veía mucha diferencia entre lo que predica el Nuevo Testamento y “Un Curso de Milagros”. Sin embargo, la diferencia es enorme, tan grande como la que existe entre lo verdadero y lo falso. En mi opinión, solo hay una buena forma de comprobarlo es comparando sus enseñanzas respectivas. Pero sería muy laborioso contrastarlas todas, y en el epígrafe anterior ya pudimos comprobar que las enseñanzas de este Curso se oponen frontalmente a las creencias cristianas. Como ejemplo, nos limitaremos a lo que el Nuevo Testamento enseña acerca del pecado:

La doctrina del pecado según la Sagrada Biblia

Una enseñanza fundamental del Nuevo Testamento, y, por lo tanto, del cristianismo, es la doctrina del pecado (6), porque ella explica la conducta, muchas veces inmoral del ser humano, que se rebela contra Dios o ignora la existencia de su Creador, y agrede o daña a sus semejantes. Y esto es algo que nadie, que no haya perdido la verdadera percepción, puede negar que es real; pues la experiencia diaria nos muestra una multitud de personas que mienten, engañan, calumnian, roban, cometen adulterio, fornicación, matan, etc., o simplemente hablan ociosa, grosera e insultantemente, o son egoístas, envidiosas, orgullosas, etc.

De ahí que la Palabra de Dios nos advierta “que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21); pero también la Biblia nos enseña cómo alcanzar el Reino de Dios, y dejar de pecar, por medio del Espíritu Santo, que se da a cada cristiano, cuando acepta a Jesucristo como redentor y salvador, y obedece Su Palabra. Leamos algunos textos al respecto:

1 Corintios 6:9-11, 13-20: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, (10) ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (11) Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. […] (13)… Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. (14) Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. (15) ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. (16) ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. (17) Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. (18) Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. (19) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

Véase también las largas listas de tipos de maldad y de impíos, que por inspiración del Espíritu Santo nos dejó el apóstol san Pablo en algunas de sus epístolas, como, p. e: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21; cf. Romanos 1:21-32; 1 Timoteo 1:9-11).

Leamos, ahora, algunos de los muchos textos de la Santa Biblia que demuestran que la doctrina del pecado es una enseñanza fundamental o esencial, sin la cual, no se entendería el cristianismo. Por ejemplo, los siguientes textos del NT, se refieren a cómo surgió el pecado (Gn. 3:1-11; Ro. 5:12), y a que el ser humano es pecador por naturaleza (7), y ésta es la causa por la que todos han pecado (Ro. 3:1-18,23), porque llevamos el egoísmo en nuestros genes, y todos necesitamos la sanación del pecado que ofrece Cristo.

Romanos 3:9-18, 23: ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. (10) Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (11) No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. (12) Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (13) Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; (14) Su boca está llena de maldición y de amargura. (15) Sus pies se apresuran para derramar sangre; (16) Quebranto y desventura hay en sus caminos; (17) Y no conocieron camino de paz. (18) No hay temor de Dios delante de sus ojos. […] (23) por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

Romanos 5:12: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Romanos 5:12: (Versión de la Septuaginta, LXX, de Jünemann): Por esto, así como por un hombre el pecado en el mundo entró, y, por el pecado la muerte; y así a todos los hombres la muerte pasó; en quien todos pecaron.

Romanos 5:19: Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.

Romanos 6:23: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 7:14-25: Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. (15) Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (16) Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. (17) De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. (18) Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. (19) Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. (20) Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. (21) Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. (22) Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; (23) pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. (24) ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? (25) Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Si no reconocemos la existencia del pecado, y que todos los seres humanos somos pecadores, tampoco nos arrepentiremos de nuestros pecados, ni acudiremos a Jesucristo, para que nos salve, para que borre nuestros pecados, aceptando su sacrificio vicario, su expiación, su redención y su regeneración y salvación. La existencia y poder del pecado es tal que fue necesario que Dios mismo –encarnándose en Jesús– viniera a este mundo a librarnos del pecado y de su esclavitud, para convertirse en “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29,36).

Sin embargo, según “Un curso de milagros”, el pecado no existe. Es solo una ilusión del ego.

Así lo prueban los siguientes párrafos extraídos del libro 1. “Texto” de “Un curso de milagros”:

“16. Cuando leas las enseñanzas de los Apóstoles, recuerda que les dije que había muchas cosas que ellos no entenderían hasta más tarde porque en aquel entonces aún no estaban completamente listos para seguirme. 2No quiero que dejes que se infiltre ningún vestigio de miedo en el sistema de pensamiento hacia el que te estoy guiando. 3No ando en busca de mártires sino de maestros. 4Nadie es castigado por sus pecados, y los Hijos de Dios no son pecadores. 5Cualquier concepto de castigo significa que estás proyectando la responsabilidad de la culpa sobre otro, y ello refuerza la idea de que está justificado culpar. 6El resultado es una lección acerca de cómo culpar, pues todo comportamiento enseña las creencias que lo motivan. 7La crucifixión fue el resul­tado de dos sistemas de pensamiento claramente opuestos entre sí: el símbolo perfecto del «conflicto» entre el ego y el Hijo de Dios. 8Este conflicto parece ser igualmente real ahora, y lo que enseña tiene que aprenderse ahora tal como se tuvo que aprender entonces”. (Cap. 6,I, 16:1-8); Pág. 44). (8).

“6. Hijo de Dios, no has pecado, pero sí has estado muy equivo­cado”. (Cap. 10: V, 6,1; Pág. 87; (9)

“3. El Hijo de Dios puede estar equivocado, engañarse a sí mismo e incluso usar el poder de su mente contra sí mismo. 2Pero no puede pecar. 3No puede hacer nada que en modo alguno altere su realidad, o que haga que realmente sea culpable. 4Eso es lo que el pecado quisiera hacer, pues ése es su propósito. 5Mas a pesar de toda la salvaje demencia inherente a la idea del pecado, éste sigue siendo imposible. 6Pues el costo del pecado es la muerte, y ¿podría acaso perecer lo que es inmortal?” (Cap. 19: II, 3,1-6; Pág. 181). (10).

Notemos que en el Curso, no se hace distinción entre Jesucristo, el Hijo de Dios y cualquier otro ser humano, pues a ambos se les considera igualmente “Hijos de Dios”, escribiéndose la inicial de la palabra “hijo” con mayúsculas, en todos los casos. Por tanto, cuando habla en singular de “el Hijo de Dios”, puede referirse igualmente a Jesucristo como a cualquier otra criatura humana. Esto se hace confuso intencionadamente, a fin de enfatizar que todos los Hijos de Dios son iguales. Es, pues, el lector que, por el contexto, dilucida por sí mismo, si se refiere a Jesucristo o a cualquier otro miembro de lo que el Curso denomina “la Filiación”, donde se incluye toda la creación de Dios, incluido el mismo Cristo. Con esto en mente, los textos del Curso citados arriba no cabe pensar que puedan aludir en algún caso a Jesucristo –puesto que el supuesto Jesucristo es el que habla–, sino que se refieren en todos los casos al ser humano en general (p.e., véase en la cita anterior: 16:4,7; 6:1; 3:1).

En las anteriores citas, se niegan, por un lado, la existencia del pecado, y, por otro, que los seres humanos seamos pecadores; pero, como hemos visto, esto son hechos evidentes, confirmados por la experiencia diaria de la vida y por la Revelación Divina, la Biblia (ver Romanos 3:9-18;23; 5:1). En las citadas páginas del Curso, se puede comprobar, que el supuestamente falso Jesús, que dictó el contenido del Curso a Helen Schucman afirma taxativamente que los humanos no hemos pecado y que el pecado no existe.

Es evidente que Jesucristo nunca podía haber hecho semejantes declaraciones, porque sería ir en contra de todo el fundamento y esencia de Su Evangelio, pues precisamente Jesucristo vino a rescatarnos de nuestros pecados, “para dar su vida en rescate por muchos” (Mr. 10:45) o liberarnos de la esclavitud que produce el pecado (Jn. 8:31-32,34,36), “a quitar el pecado del mundo” (Juan 1:29), “a salvar a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21); etc.

Jesucristo no pudo equivocarse cuando dijo que el pecado procede del corazón del hombre; y sabemos que el “corazón” equivale, en la Biblia, al cerebro o alma del ser humano, lo más profundo del mismo, sede del consciente e inconsciente, de donde salen todos los pensamientos y sentimientos. Así lo describe Jesús: “Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. (19) Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:18-19).

4. “Un Curso de milagros” vierte la insidiosa idea de que el Evangelio está muy manipulado.

En el escrito que me dirigió mi contacto, me decía lo siguiente:

“Es tan irreal científicamente creer en una cosa como en otra; yo personalmente prefiero ‘Un curso de milagros’, ya que el Evangelio está muy manipulado y escrito varias décadas después de la muerte de Jesús”.

Él prefiere “Un curso de milagros” al Evangelio, porque cree que “el Evangelio está muy manipulado”; pero yo le dije que su creencia estaba mediatizada, en primer lugar, por un prejuicio personal, que él nunca había tratado de averiguar su origen y comprobar o cuestionar si tenía fundamento o no; ya que no está demostrado que el Evangelio o la Biblia hayan sido modificados respecto a sus versiones originales, que fueron redactadas por autores inspirados por el Espíritu Santo. En segundo lugar, sin duda, lo que había leído, hasta ese momento del Curso, le había influido para afirmarse en su prejuicio contra la veracidad y autenticidad del Evangelio. (11)

Comprobemos este extremo, leyendo, por ejemplo, la siguiente cita del Curso:

Citado del libro Texto de “Un curso de milagros” (Pág.44)

“15. Éstos son algunos de los ejemplos de pensamiento tergiver­sado del Nuevo Testamento, si bien su evangelio es, en realidad, únicamente el mensaje del amor. 2Si los Apóstoles no se hubieran sentido culpables, nunca me habrían podido atribuir expresiones tales como: «No he venido a sembrar paz, sino espadas». 3Esto está en clara oposición a todas mis enseñanzas. 4De haberme entendido realmente, no podrían haber descrito tampoco mi reacción a Judas como lo hicieron. 5Yo no pude haber dicho: «¿Traicionas al Hijo del Hombre con un beso?» a no ser que hubiese creído en la traición. 6El mensaje de la crucifixión fue precisamente que yo no creía en la traición. 7El «castigo» que se dijo infligí a Judas fue un error similar. 8Judas era mi hermano y un Hijo de Dios, tan miembro de la Filiación como yo. 9¿Cómo iba a condenarlo cuando estaba listo para probar que condenar es imposible?” (Cap. 6, I, 15:1-9; Pág. 44) (12)

En esta cita, se afirma la tergiversación del NT, y se evidencia que, el que se identifica como Jesucristo, critica pasajes del Evangelio, afirmando que algunos le son atribuidos incorrectamente, o bien, negando que Él los hubiera dicho alguna vez. Además hace unas declaraciones respecto a Judas, el que traicionó a Jesús, increíbles, claramente inconcebibles e indudablemente falsas; ¿cómo se atreve este personaje, que se hace pasar por Jesús, a poner a una misma altura a Jesucristo y a Judas, el que le traicionó, y a afirmar que nadie se puede condenar, porque esto es imposible?

Sin embargo, los que estudian cotidianamente las Sagradas Escrituras pueden comprobar que no hay manipulación, ni contradicción en ellas, porque son Palabra de Dios, son pura revelación de Dios y, por tanto, todo es pura verdad, es la Verdad, con mayúscula, la única que nos puede dar la paz, la salvación y la vida eterna (ver Juan 5:39; 17:17; etc.). Todo lo demás, –me refiero todo lo que contradice Su Palabra, relacionado con Dios y la salvación eterna– si le damos crédito, nos desvía de la Verdad y nos puede llevar a la perdición eterna.

El que me escribió, comentando aquello que le gustaba más de lo que había leído del Curso, hasta ese momento, continuaba así:

“Me gusta mucho la explicación de la crucifixión, último paso para la expiación de Jesús y para su transcendencia; Él lo sabía, y por ello dijo: “perdónales porque no saben lo que hacen”, ya que actuaban desde su ego y proyectaron en Jesús sus iras; Jesús sabía que lo hacían, porque no entendían que somos eternos…”

Es cierto que la muerte de Cristo en la cruz sirvió para la expiación de nuestros pecados; al ser cargados sobre Él (Is. 53:6; 1 P. 2:24; etc.); es decir, al asumir Jesús el castigo que corresponde a nuestros pecados, se produce la expiación de los mismos, y por eso se nos imputa o atribuye de la justicia de Dios; o sea, Él nos declara justos e inocentes ante Sí Mismo, porque Su Hijo Jesucristo pagó con su vida la penalidad que nos correspondía por nuestros pecados. Pero esto no es lo que afirma el Curso, sino que éste tergiversa y contradice el verdadero sentido del Evangelio.

Además, por ejemplo, el Curso emplea mal los conceptos de “culpa”, “pecado” y “sacrificio”, afirmando incluso que estos términos son una “ilusión” o invención del ego; y que, por tanto, no existen realmente. Se reniega o rechaza la palabra “sacrificio” y se niega que Cristo se ofreciera en sacrificio por nuestros pecados.

Leamos, por favor, detenidamente, los siguientes textos del libro de Hebreos, para comprobar que el Curso contradice al Evangelio, no solo cuando niega la existencia de pecado y culpa, como ya vimos antes, sino también negando que Cristo se ofreciera como sacrificio por nuestros pecados:

Hebreos 9:24-28: Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; (25) y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. (26) De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. (27) Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, (28) así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Por otra parte, “Un curso de milagros” manipula la Biblia, al poner, en boca de Jesús, palabras en contra de la veracidad de los Evangelios, insinuando que éstos están manipulados y contienen añadidos falsos realizados por los discípulos; véase, por ejemplo, la anterior cita (Cap. 6,I,15:1-9; Pág. 44).

¿Te das cuenta como el falso Jesús, que se hace pasar por Jesucristo denosta al Evangelio del verdadero Jesús? ¿Cómo nadie en sus cabales puede creerse que “el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2), va a echar por tierra Su propia Revelación?

5. ¿Fue “Un curso de milagros” realmente dictado por Jesucristo?

Me resultó gracioso que también me dijeras en el escrito que me enviaste, haciendo alusión a lo que leíste de mi anterior artículo sobre este tema, lo siguiente:

“No veo el demonio que dices por ninguna parte, [el Curso] solo habla de amor y de no atacar a nadie y ver a todos como hermanos que no se han dado cuenta del error, de actuar desde el ego”.

Precisamente ahí está lo diabólico de este Curso, que pretende ser una nueva “revelación” del propio Jesucristo, que sutilmente menosprecia y contradice a la auténtica Palabra de Dios. Es decir, el supuesto Jesucristo corrige el Evangelio del verdadero Jesucristo; y esto –aunque no le has dado importancia, porque de alguna manera coincide con tus prejuicios– es muy grave, porque es un tremendo engaño. Si el Curso, mediante ese pseudo-Jesucristo declarase que hay que odiar y matar al prójimo, nadie creería que podría tener algo que ver con el verdadero Jesucristo. De ahí la sutiliza diabólica, que habla de amar y no atacar a los hermanos. Siempre la mentira acompañada de verdad es la única forma de confundirnos. El diablo –“padre de mentira” (Jn. 8:44)– es muy astuto, siempre intenta hacerse pasar por Dios, o por un ángel de luz (2 Co. 11:14), y para ello tergiversa, enmascara, encubre y confunde, la Palabra de Dios, e intenta que la mentira se parezca a la verdad.

El hecho de que la autora de este Curso – Helen Schucman– escribiera estos libros, que componen el Curso, como dictados por Jesucristo, y que se presente a Él hablando en primera persona a través de los mismos, –incluso insinuando que algunas frases de los Evangelios nunca fueran expresadas por Él mismo–, ya es una causa más que suficiente para poner todo el Curso en cuarentena; porque ¿qué será más creíble, lo que dicen las Sagradas Escrituras, que han sido inspiradas por el Espíritu Santo, o, por el contrario, lo que dice una autora, que pretende mantener que ha sido Cristo mismo el que le ha dictado todo el Curso? ¿Vamos a creer a tantos, que hoy día proliferan por Internet, que dicen tener revelaciones del más allá?

Leamos, por favor, los siguientes textos bíblicos y meditemos en ellos, pues nos advierten del peligro real de que seamos confundidos y engañados:

Gálatas 1:6-9: Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. (7) No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. (8) Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (9) Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

Colosenses 2:8: Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.

1 Timoteo 4:1: Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;

2 Timoteo 3:12-17: Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; (13) mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. (14) Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; (15) y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. (16) Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, (17) a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Volviendo a tu escrito, dices que en el Curso no “ves al demonio por ninguna parte, porque solo se habla de amor y de no atacar a nadie y de ver a todos como hermanos que no se han dado cuenta del error, de actuar desde el ego”. Pero tú deberías saber que al demonio solo lo puedes ver mediante sus mentiras, porque, según Jesús, el diablo “ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, padre de mentira” (Juan 8:44). Por tanto, para saber si el que habla en “Un curso de milagros” es verdaderamente Jesús o, por el contrario, es un espíritu maligno, debes poder discernir si lo que hay escrito es verdadero o falso; si todo es verdadero, entonces, todo viene de Jesús, pero si hay algunas mentiras mezcladas con algunas verdades, entonces el que ha inspirado a la autora del Curso es el diablo o cualquiera de sus demonios.

Si realmente el personaje, verdadero autor de “Un curso de milagros”, es realmente Jesucristo, ¿cómo podía decir que el Nuevo Testamento ha sido tergiversado, y que Judas Iscariote, el que le traicionó era un “Hijo de Dios, tan miembro de la Filiación como Él mismo”? (véase lo citado arriba: Cap. 6,I,15:1-9. Pág. 44). Pero, si somos imparciales, y todavía no nos ha manipulado el cerebro dicho Curso, nos daremos cuenta de la perversión y falsedad del mismo, pues sigue poniendo en boca de Jesús palabras y frases que Él nunca dijo, ni podía decir, porque no son propias del Evangelio, sino del enemigo de Dios, que pretende destruir o encubrir la verdad, mediante sus mentiras. Todo esto es fácil de comprobar solo con leer los párrafos citados, en los que puedes descubrir su insidia, si todavía no te has dejado convencer por las falsas enseñanzas del Curso.

Es interesante otro párrafo más de tu correo, que cito a continuación:

“En fin, no comparto tus explicaciones, pero las respeto. ¿Puedes demostrarme tú que no estás influenciado por algún demonio? Son cosas muy difíciles de demostrar”.

Me pides que, si puedo, te demuestre que no estoy influenciado por algún demonio. Jesucristo nos dio la pauta para saberlo de una forma muy fácil y práctica: “Por sus frutos los conoceréis…” (Mt. 7:16-18; cf. Mt. 5:16; Jn. 5:36). Si este servidor que te escribe estuviera influenciado por algún demonio, no habría podido llevar la trayectoria de vida y conducta cristiana desde el momento de su conversión a Cristo. En un auténtico o verdadero cristiano mora el Espíritu Santo, y donde habita Dios, el demonio huye. “Por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:16): creo que todos los artículos y estudios bíblicos que he publicado en mi web desde que empecé, hace ahora más de diez años, son frutos que demuestran coherencia y fe en la verdad, y cierta santidad, para que el Espíritu de Dios me haya inspirado todo lo que he escrito allí.

A Jesús también le acusaron sus conciudadanos de estar endemoniado; por tanto, si lo hicieron con Él, con más motivo lo harán con cada cristiano auténtico. Lee, por favor, los pasajes evangélicos que cito a continuación, y medita en ellos:

Mateo 9:34: Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

Mateo 12:22-37: Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. (23) Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? (24) Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. (25) Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. (26) Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? (27) Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. (28) Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. (29) Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. (30) El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. (31) Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. (32) A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. (33) O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. (34) ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. (35) El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. (36) Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. (37) Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

Juan 7:20: Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte?

Juan 8:48-49: Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? (49) Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis.

El párrafo que me escribiste a continuación es el siguiente:

“De todas maneras, si no se hace ningún daño, ¿Qué miedo te da? No veo vestigios de ninguna secta en el libro [Curso]. No veo que inciten a ningún suicidio colectivo. El libro [Curso] es muy personal. El uso o dinero que reciban, pues ellos sabrán que hacen con ello; a mí no me interesa saberlo, pero no veo que te inciten a ir a ningún sitio. A mí me ha hecho bien. Creo más en Jesús y en Dios cuando lo leo. ¿Qué mal hace eso, dime?”

¿No ves vestigios de ninguna secta en el Curso? ¿No ves que se incite al suicidio colectivo?

¿De verdad crees que para que algo sea una gran mentira y pueda hacer mucho daño es necesario que invite al suicidio colectivo? Los espíritus malignos pueden ser todo lo malo que imaginemos y mucho más, pero no tienen nada de tontos, sino que son inteligentísimos, hasta tal extremo que son capaces de presentar la mentira con una cara tan hermosa que hasta parece más verdad, que la verdad misma. Para engañar usan con “astucia las artimañas del error” (Ef. 4:14). Lo siguiente es Palabra de Dios, y ella misma evidencia su bondad y veracidad:

Efesios 4:14-15: para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, (15) sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,

¿Crees que los demonios son tan burdos como para invitar directamente a un suicidio colectivo? Lo que intentan hacer, “las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (ver Ef. 6:10-20) es sembrar la mentira, y llevar o arrastrar a las personas a la desesperación para que ellas mismas se suiciden, cuando ya han perdido toda esperanza de salvación, porque el sufrimiento y la esclavitud a la que les han llevado esas ideas demoniacas les lleve a desear la muerte.

Nuestro Señor Jesús nos advirtió que vendrían falsos Cristos: “Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. (24) Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. (25) Ya os lo he dicho antes. (26) Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. (27) Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:23-27)

Realmente, la dificultad estriba en saber discernir entre lo verdadero y lo falso; porque si el Curso, que cuestionamos, no contuviera más que mentiras desde la primera página hasta la última, sería más fácil detectar que no se ajusta a la verdad; pero el mismo contiene algunas verdades que, al estar mezcladas con falsos conceptos y falsas teorías, llevan a sus lectores a una gran confusión, que los transporta fuera de la realidad.

6. ¿Es la mente humana parte de la Mente de Dios, y por eso es capaz de crear como Dios?

He pospuesto para el final de este artículo comentar lo que la persona, que me contactó, me escribió en uno de los párrafos iniciales de su escrito, porque es una prueba de que el Curso preconiza una ideología que se corresponde con el panteísmo, es decir, que Dios está en todo, y en todos, como formando parte de la Naturaleza, de toda Su creación.

“[Este curso] explica que Dios nos creó y que nuestra mente es parte de Dios, al ser creada por Él; esa parte sigue en nosotros, y esa parte que es la de Dios es con la que tenemos que contactar para crear, pero siempre siguiendo a Jesús y por medio del Espíritu Santo”.

Al parecer, ya te has dejado convencer, por el Curso, de que “nuestra mente es parte de Dios, porque ha sido creada por Él”; pero no solo nuestra mente ha sido creada por Dios, sino todo nuestro ser: “espíritu, alma y cuerpo” (1 Tes. 5:23); por la misma “regla de tres”, todo nuestro ser forma parte de Dios, ¿es eso lo que crees? Entonces, no existen seres humanos individuales, porque todos forman parte de Dios, es decir existe una unidad entre Dios y sus criaturas humanas ¿es eso lo que has aprendido en el citado Curso?

Aunque el Curso es muy reiterativo en sus declaraciones, posiblemente, llegaste a este convencimiento o creencia, al leer, por ejemplo, el siguiente párrafo del Curso:

“4. Dios es más que tú únicamente porque Él te creó, pero ni siquiera esta capacidad de crear se reservó Él sólo para Sí. 2Puedes, por lo tanto, crear tal como Él lo hizo, y tu disociación no puede alterar eso. 3Ni la Luz de Dios ni la tuya se atenúan por el hecho de que tú no veas. 4Puesto que la Filiación sólo puede crear como una sola entidad, recuerdas a toda la creación cada vez que reconoces parte de ella”. (Cap.9, VI 4, 1-4; Pág 80). (13)

Es evidentemente falso que la criatura humana sea como el Creador, y que pueda crear como Él lo hace. El diablo desde el principio de la creación del mundo ha enseñado y querido convencer a los seres humanos, que éstos son como Dios (véase Gn. 3:5).

Ten en cuenta que Dios es infinito, eterno e inmortal, y las criaturas somos finitas, temporales y mortales. Dios es infinitamente simple, es decir, no tiene partes. Como criaturas suyas que somos no formamos parte de Él, pero sí ansiamos estar en comunión con Él, y que Dios, el Espíritu Santo, more en nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo, como se puede comprobar en los siguientes textos (1 Co. 6:19-20):

1 Corintios 6:19-20: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

No formamos, pues, parte de Dios, sino que pertenecemos a Dios no solo porque Él nos ha creado, sino sobre todo porque Dios nos ha comprado pagando el precio de nuestro rescate, “la sangre preciosa de Cristo, como un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 P. 19). Este versículo de la Primera Epístola de san Pedro, forma parte de uno de los más hermosos pasajes del Nuevo Testamento. Por favor, leámoslos:

1 Pedro 1:18-23: sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, (19) sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, (20) ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, (21) y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. (22) Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; (23) siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Cuando aceptamos que Cristo murió por nosotros, los pecadores, entonces somos rescatados y redimidos con “la sangre preciosa de Cristo”, son expiados nuestros pecados, y somos justificados por la fe y salvados. Desde ese momento se purifican nuestras almas por “la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu”, por haber sido “renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P. 1:22-23; cf. Ef. 1:13-14).

Los cristianos, a medida que maduramos en la fe, vamos asemejándonos a nuestro Salvador hasta adquirir la “mente de Cristo” (1 Co. 2:14-16). Es decir, la mente, como “potencia intelectual del alma” (Diccionario RAE) (14) es la sede de nuestros pensamientos, los cuales son purificados por el Espíritu de Cristo, que mora en nosotros, hasta que nuestra mente llega a ser semejante a la del Hijo del Hombre. Sin embargo, cada ser humano tiene su mente individual, porque ni es una mente colectiva, ni forma parte de la Mente de Dios, como asevera el Curso. Leamos ahora los textos que fundamentan lo anterior:

1 Corintios 2:14-16: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (15) En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. (16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.

Por tanto, mientras “el hombre natural”, es decir, no renacido en Cristo, no se convierta a Él, no tendrá “la mente de Cristo”. Una mente de pensamientos e intenciones puros o santos.

7. Conclusión

En primer lugar, “Un curso de milagros” es peligroso porque pretende imbuirnos de que nuestra percepción del mundo no es real, y que lo que percibe el ego es una ilusión o un sueño del que se necesita despertar. De ahí que se asevere que el tiempo, la enfermedad y la muerte no existen realmente. El Curso también niega la existencia del pecado y de la culpa. Además, introduce mucha confusión cuando utiliza unos términos, como por ejemplo, “separación”, “sacrificio”, “expiación”, “juicio”, “santo”, “resurrección”, etc., con significados no coincidentes con los que la Biblia y el cristianismo entienden generalmente por los citados vocablos. El Curso se basa en una ideología básicamente panteísta, mezclada con algo de gnosticismo.

En segundo lugar, parece ser cierto que un personaje, que dice ser Jesucristo, dictó el Curso a Helen Schucman, cuya función de autora se limitó a poco más que ser un canal que iba recibiendo, poco a poco, en su mente o en su sede física, que es el cerebro, todo el extenso contenido del Curso, que en total consta de unas 530 páginas. No obstante, cualquier lector o estudiante del Curso, con consistentes conocimientos de la Biblia, puede fácilmente detectar que las sentencias dictadas por el citado personaje, contradicen frontalmente a la Sagrada Escritura cristiana; porque muchas de ellas corrigen, malinterpretan, manipulan o niegan las enseñanzas del Jesucristo y de su verdadero Evangelio. De ahí se deduce que se trata de un falso Jesucristo, enemigo, pues, de Dios y de la humanidad, a la que intenta engañar y confundir, para ocasionar dolor, sufrimiento y perdición.

Ahora corresponde preguntarse ¿quién es el personaje que dictó el Curso a Helen Schucman? ¿Es una persona humana? ¿Es realmente Jesucristo, una Persona humana-divina? ¿Es un ángel de Dios? ¿Es un extraterrestre? ¿Es un ángel malvado o espíritu maligno, como el diablo o alguno de sus demonios?

En mi opinión, la enorme complejidad psicológica de las teorías o doctrinas vertidas en el Curso, la extraña e irreal descripción del mundo y del ser humano, como algo no físico, sino más bien espiritual, donde no existen el mal, el pecado, la enfermedad, el dolor y la muerte, inducen a pensar que el autor intelectual del Curso no es humano, sino un ser espiritual. Pero, si todo esto no fuera suficiente para probar mi deducción, existen, además, otras características singulares que diferencian la literatura del Curso, de la literatura que es de hechura totalmente humana. Por ejemplo, son evidentes las enormes dosis de sutileza y astucia de las frases, sentencias o mensajes, que aparecen numerados, mostrando en muchas ocasiones una inconcreción y abstracción perfectamente calculadas, para tratar de confundir y oscurecer lo real y verdadero, al tiempo que se trata de presentar un idílico mundo donde todos son Hijos de Dios – se utiliza mayúsculas para la inicial de la palabra “hijos”, para más confusión, y se denomina, extrañamente, “la Filiación”, no solo al conjunto de esos Hijos, sino también a todo lo creado por Dios, que forma, a su vez, parte de Él–, y, por tanto, totalmente inocentes y puros, donde el amor entre los hermanos es lo real; y se reitera que el dolor, la enfermedad, el pecado, la maldad, no existen pues son ilusiones del ego.

¿Podemos ahora identificar al autor intelectual del Curso, como un ser espiritual, no humano, que es imposible que sea Jesucristo, porque Él no echaría por tierra Su propia Palabra –la Biblia–?

Algunos podrían pensar que este ser espiritual, que dictó el Curso, es un “extraterrestre”; pero si, por ese término, entendemos un habitante de otros planetas, ya sea de nuestra galaxia o de otras más lejanas, esto es simplemente imposible; porque, en el supuesto, aún no probado, de que existan extraterrestres, nunca Dios habría permitido que ellos vinieran al planeta Tierra o intervinieran en los asuntos de este planeta rebelde. Por los siguientes argumentos o razones:

Primero, porque los supuestos habitantes de otros planetas serían seres puros, que jamás habrían pecado, y Dios no podría dejar que se pudieran contaminar en el mundo de pecado en el que vivimos.

Segundo, porque este planeta está usurpado por “el príncipe de este mundo” (Jn. 12:31; 14:30; 16:11), llamado también “el príncipe de los demonios” (Mt. 9:34; 12:24; Mr. 3:22; Lc. 11:15), “el príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2), “que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; [que] fue arrojado a la tierra” (Ap. 12:9).

Tercero, porque este mundo está envuelto en una guerra espiritual, en la que solo pueden enfrentarse los dos únicos bandos que existen y que les concierne: de una parte, Dios y Sus hijos que luchan contra el otro bando, “los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12). Pero es mejor que lo leamos, también dentro de su contexto:

Efesios 6:12-18: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (13) Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. (14) Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, (15) y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. (16) Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. (17) Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; (18) orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

En el último libro de la Biblia, el Apocalipsis de San Juan, o como también se denomina «La Revelación de Jesucristo», se nos describe de nuevo esta “batalla”; pero aquí, el bando de Dios y sus hijos está representado por “Miguel y sus ángeles”, que luchan y vencen a sus enemigos, “el dragón y sus ángeles” (Ap. 12:7), lo que se corresponde, indudable y claramente, con el diablo y los ángeles malvados, también llamados demonios. Y nadie más podía, ni debía, intervenir para resolver este conflicto cósmico, sino que Dios mismo, por medio de la encarnación de Su Hijo en Jesucristo, entró en este mundo para librarlo del pecado, de la muerte y del diablo, a los que venció mediante su vida impecable, muerte en la cruz y resurrección (Véase Heb, 2:14-18).

Hebreos 2:14-18: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él [Jesucristo] también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, (15) y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. (16) Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. (17) Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. (18) Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

Por si lo que antecede no fuera suficiente evidencia de que a Helen Schucman le fue dictado “Un curso de milagros” por un ser espiritual, –al que podemos identificar, sin ningún temor a equivocarnos, como un espíritu maligno, ya sea el propio “príncipe de los demonios”, o uno de sus ángeles–, aún podemos aportar otra prueba adicional para demostrar que el Curso no procede de Dios ni de sus ángeles.

Esta prueba consiste en comparar cómo Dios ha revelado Su Palabra, con el modo o procedimiento en que este falso Jesús dictó el Curso a Helen Schucman, utilizándola como canal o médium, para introducir en su mente o cerebro, frase por frase, el contenido del Curso. Por el contrario, Dios nunca utiliza a los seres humanos de forma autómata, como si fueran robots impulsándolos a realizar una escritura automática, dictada palabra tras palabra o frase tras frase, sino que Él utiliza los talentos y dotes de los seres humanos para que colaboren de una forma totalmente voluntaria y consciente, que haga uso de todas las capacidades y habilidades de cada persona, inspirándoles, por medio del Espíritu Santo, el conocimiento que Dios quiere trasmitirles. Además, el estilo literario de la Palabra de Dios, que se basa, principalmente, en exhortaciones, consejos y enseñanzas doctrinales, nunca tiene el tinte autoritario, coactivo y manipulador, que usa este ser espiritual en muchas frases del Curso.

Dios, el Espíritu Santo, nunca se ha revelado así, es decir, dictando Su Revelación, palabra por palabra, a los profetas, apóstoles y demás hombres de Dios a los que les fueron reveladas las Sagradas Escrituras; porque Dios nunca reveló su Palabra al dictado, palabra por palabra, sino por medio de visiones, o en sueños, para los acontecimientos del futuro, que solo Él conoce, o bien transmitiendo el conocimiento, mediante pensamientos, que son elaborados e interpretados por las mentes humanas, con la ayuda de Su influencia inspiradora.

El autor del libro de Hebreos nos testifica –de forma bella y sencilla– cómo Dios se ha revelado a la humanidad: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, (2) en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1,2). Este y otros testimonios de la Escritura confirman que Dios ha hablado en tiempos del AT por medio de los profetas, y en el NT, nuestra era cristiana, por medio de su Hijo, Jesucristo, y sus apóstoles y discípulos. Esas “maneras” que Dios ha empleado para manifestarse han sido muy variadas, como por ejemplo, directamente como habló con Moisés (Éx. 20:1-17), Samuel (1ª S. 3:1-14) o el mismo apóstol Pablo (Hechos 20:23; 16:6). Por medio, de teofanías, es decir, Dios o algunos ángeles se aparecen en forma humana y se manifiestan a algunos hombres, como Abraham y Lot (Génesis 18:2,13; 19:1). A través de sueños (1 Reyes 3:5:9:2; Mt. 1:20;2:13;19-22), visiones (Is. 6:1-8; Hch. 10:3-6), milagros, mediante los profetas del Antiguo Testamento (2 S. 23:2; Zac. 1:1), o los apóstoles en el Nuevo Testamento, y la más grande revelación de todas, a través de la persona del Señor Jesucristo, Dios mismo hecho carne (Jn. 1:1-3; He. 1:1-3). (15)

La Revelación de Dios es “una cooperación divino-humana”

“Debido a esta cooperación única entre Dios y los escritores humanos de la Biblia, tanto Jesús como los cristianos del Nuevo Testamento reconocieron que aunque los escritores de la Biblia emplearon sus propias palabras y expresiones, el producto final (la Biblia) tenía el sello de aprobación de Dios como siendo verdaderamente su Palabra.” (16)

“La Biblia tiene, pues, una naturaleza dual, producto de lo humano y lo divino a la vez, y puede compararse con Jesucristo y su encarnación. Así como Jesús (la Palabra encarnada) es plenamente divino y plenamente humano, así también la Biblia (la Palabra escrita) es plenamente divina y plenamente humana. Así como Jesús tuvo autoridad para hablar, ordenar y dar vida a aquellos que lo aceptaron, así también la Biblia afirma lo mismo. Estas afirmaciones son evidentes, por la manera como los escritores del Nuevo Testamento citan a los del Antiguo Testamento.” (17)

“Podemos resumir afirmando que la Escritura tiene una paternidad literaria doble: Dios es el Autor primordial a través de cuya iniciativa los escritores humanos hicieron su obra. Sería inexacto decir que la Biblia es un libro humano que contiene la Palabra de Dios, o asignar algunas partes de la Escritura a Dios y otras al hombre. La Escritura: es la Palabra de Dios dada a través de instrumentos humanos. Al igual que no podemos separar la naturaleza humana de Jesús de su naturaleza divina, así también no podemos dividir la Escritura, afirmando que algunas partes son humanas y otras divinas.” (18)

Finalmente, comento el último párrafo del escrito de la persona que me contactó a través de mi web:

“Sé que no querrá compartir conmigo mis lecturas de UCDM. De todas maneras le deseo lo mejor, creyendo igualmente en los Evangelios, ya que no veo diferencias solo en la forma de interpretarlos. Para mí, el primer advenimiento fue necesario para edificar la iglesia y expandir el mensaje, en un tiempo convulso, entre judíos y romanos, donde el politeísmo estaba rigiendo, pienso que este segundo advenimiento es más espiritual, y hacía falta. El libro [Curso] dice que es el Segundo advenimiento de Jesús, y yo lo creo; y si no, por lo menos a mi mal no me hace, creo firmemente en lo que pone, porque antes de leer el libro yo intuía algo; con el tiempo, todo lo básico que deseaba se me daba, tardase más o menos. Un saludo.

Mi consejo es que todo lo que leas en “Un Curso de milagros”, lo sometas a un análisis racional y, además, lo compares con la única Verdad Revelada por Dios que es la Biblia. No asumas como verdad aquello que no tiene solvencia alguna.

Quedo a tu entera disposición para ayudarte a discernir la verdad, que pueda existir en el Curso, de la mentira que contiene, sin duda, muy sutil y muy abundante, mezclada con poca verdad, justa la necesaria, para que pueda engañar a algunos.

Afectuosamente en Cristo.

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com

«Pero sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11:6)
«Santifícalos en tu verdad; tu Palabra es verdad» (Juan 17:17)
«Y la verdad os hará libres» (Juan 8:32)


Referencias bibliográficas citadas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

(1) Un Curso de Milagros (Artículo)

http://www.es.catholic.net/sectasapologeticayconversos/

(2) Un Curso de Milagros-Helen Schucman (Artículo)

http://lagnosisdevelada.com/gurus-develados-f89/helen-schucman-un-curso-de-milagros-t1744.html

(3) Un Curso de Milagros (Artículo)

http://www.es.catholic.net/sectasapologeticayconversos/

(4) Ibid.

(5) Ibid.

(6) ¿Cuál es la naturaleza del pecado?; “Amistad en Cristo”; Carlos Aracil Orts.

(7) Ibid.

(8) Un Curso de Milagros”. Helen Schucman. Libro 1. Texto. Cap. 6, I, 16:1-8; Pág. 44. Fundación para la Paz Interior.

(9) Un Curso de Milagros”. Helen Schucman. Libro 1. Texto. Cap. 10, V, 6:1; Pág. 87. Fundación para la Paz Interior.

(10) Un Curso de Milagros”. Helen Schucman. Libro 1. Texto. Cap. 19, II, 3:1-6; Pág. 181. Fundación para la Paz Interior.

(11) ¿Podemos confiar en la veracidad de los Evangelios?, ¿Cuál es la correcta interpretación de la Biblia?; “Amistad en Cristo”. Carlos Aracil Orts.

(12) “Un Curso de Milagros”. Helen Schucman. Libro 1. Texto. Cap. 6, I, 15:1-9; Pág. 44. Fundación para la Paz Interior.

(13) Un Curso de Milagros”. Helen Schucman. Libro 1. Texto. Cap. 9, VI, 4:1-4; Pág. 80. Fundación para la Paz Interior.

(14) Diccionario RAE. Significado de “mente”: 1. Potencia intelectual del alma. 2. Designio, pensamiento, propósito, voluntad. 3. Psicol. Conjunto de actividades y procesos psíquicos conscientes e inconscientes, especialmente de carácter cognitivo.

(15) Conferencia del 11-10-11: ¿Es la Biblia Palabra de Dios? . Carlos Aracil Orts

(16) Recibiendo la Palabra” de Samuel Koranteng-Pipim. Pág. 57. Asociación Casa Editora Sudamericana, Buenos Aires, Argentina.

(17) Ibíd. Pág. 59

(18) Ibíd. Pág. 60

 

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